viernes, 7 de septiembre de 2007

Emmy Noether



Hay otra foto en donde se pueden ver mas claramente su cara.

Está mayor, un poco avejentada (fue tomada a los 51 años), y siempre me sedujo la imágen de serenidad, inteligencia, sabiduría y seguridad en sí misma que transmite, luego de una vida mas que complicada (e ingrata, si se quiere).

Pucha digo, no puedo encontrarla en ningún lado...

Emmy Noether nació en 1882 en Erlangen, Alemania, hija de Max Noether (uno de los matemáticos top de su era).

Cuando se habla de genios de la matemática, siempre son varones.

Cuando se habla de genios de la física, siempre son varones.

Hay que hacer un esfuerzo para encontrar la contribución de las mujeres en ambas disciplinas, para limitar la lista a unos pocos nombres (de paso... cuáles conoce Ud.?).

Resulta ser que Emmy Noether ha sido una figura de primerísimo nivel, tanto en matemáticas como en física. De hecho, este doble destaque es inusual no solo en mujeres sino también en hombres !!

Sus contribuciones han sido múltiples, desde temprana edad hasta casi el final de sus días, en un raro despliegue de capacidad y dedicación.

Fue la creadora de los "anillos noetherianos", herramienta fundamental para la geometría algebraica. Los detalles se los debo: no son el objetivo de esta entrada.

La física le debe un ladrillo básico y fundamental de su construcción moderna: relacionó las simetrías con las leyes de conservación, a través del teorema que lleva su nombre (teorema de Noether).

Bastará decir que hasta Albert Einstein se tomó el trabajo de saludar este teorema (un poco menos efusivamente de lo que dice Wikipedia, pero... lo hizo!!)

Pero la historia que quiero contarles es otra.

Emmy trató desde muy joven de insertarse en la comunidad científica y educativa de su Alemania natal... sin el éxito correspondiente a su capacidad.

Le fue negado por años un puesto como docente titular en la Universidad de Gottingen, en donde sus clases eran anunciadas como ayudante de David Hilbert.

Hilbert (peso pesado en la comunidad científica de su época si lo hubo), junto a un par mas de sus colegas, fue quien trató, por largo tiempo, de obtener para ella el reconocimiento claramente merecido, apelando a todas las formas posibles de presión ante una cátedra que negaba el acceso a las mujeres.

"Como verán nuestros soldados, al regreso de la guerra, que sean mujeres quien les enseñe en la Universidad?" era uno de los argumentos...

Fue Hilbert, en una de sus múltiples defensas, quien preguntó a un comité si "la física es un baño de caballeros para excluir de ella a las damas".

Grande Hilbert. Finalmente lo logró, y Emmy logró su cátedra como merecía.

Otra contra para ella: tiempo antes de ser nombrada, tuvo que interrumpir su carrera docente para atender a su padre, inválido hacía años. Esto, por supuesto, era muy común para las mujeres, especialmente en familias no lo suficientemente pudientes para gestionar otro tipo de atención.

Volviendo a la docencia, el nombramiento le duró poco: en 1933 tuvo que emigrar a los Estados Unidos, ya que por su ascendencia judía su nombre figuró en una "lista negra" de personas que no podían trabajar para dependencias relacionadas con el gobierno.

Sus alumnos (y unos pocos colegas) protestaron amargamente. Perdían, de esta manera, a una docente dedicada y amorosa, siempre dispuesta a apoyarlos grupal o individualmente, sin límite de horario o de esfuerzo.

Emmy colaboró, y de hecho guió, cantidad de trabajos publicados por otros, sin demandar o solicitar la mención de su nombre, solamente por el gusto de ayudar y ser útil para otros.

En los Estados Unidos, afortunadamente, la sociedad era un poco mas abierta. Fue recibida como profesora en el prestigioso Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, y del Colegio para Mujeres en Bryn Mawr.

Por primera vez, según sus propias palabras, fue feliz: contaba a sus íntimos que estaba viviendo los mejores años de su vida.

Lamentablemente esto duraría poco: en 1935, luego de una operación para la extirpación de un tumor, falleció a los 53 años.

Aparece nuevamente Alberto Einstein: fue quien tuvo el honor de escribir su necrológica para la que no ahorro elogios y reconocimientos de todo tipo.

La historia de Emmy Noether demuestra, en pocas palabras, la estupidez de una sociedad y la ceguera de sus miembros mas notables y calificados.

Podemos decir que esto ocurrió hace muchos años, y será verdad.

Pero... conocía Ud. esta historia? Porqué, 74 años luego de su partida, la historia de la ciencia no hace honor a alguien fundamental para su desarrollo y progreso?

Por mi parte, seguiré buscando la foto de esa expresión y esos ojos, para recordar que la inteligencia no es patrimonio de un sexo, una religión, una clase social, un partido político, o una nacionalidad.

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