miércoles, 23 de abril de 2008

Conectados (I)

En post anteriores comenté que descreo de la sincronicidad.

En realidad, supongo que creo que si la sincronicidad existiera como fenónemo, sus causas no serían las que habitualmente esgrimen sus defensores.

Tal vez, hilando mas fino, mi problema no es con la sincronicidad en sí misma, sino con cualquier postulado que requiera, para su demostración, complicadas explicaciones que no puedan basarse en demostraciones prácticas.

No me gusta que se defiendan posiciones recurriendo a lo que, finalmente, es un acto de fe (salvo en temas religiosos).

Soy partidario, mejor, de las explicaciones sencillas. La realidad me ha demostrado que estas son, en la mayoría de los casos, las correctas.

Creo, por otra parte, en la magia.

Pero en la magia solamente como expresión de los mecanismos que hacen que la complejidad se manifieste y prevalezca, partiendo de la base de supuestos simples y sencillos, de pocas leyes y principios.

Creo en la mágico que significa que todo, desde lo mas grande hasta lo mas pequeño, parezca tender hacia una cierta y definida organización.

Este será, entonces, el primero de una serie de comentarios en donde trataré de dar un ejemplo, ojalá claramente, de un fenómeno difícil de asimilar cuando uno medita en él, y que tiene una explicación relativamente sencilla y demostrable (o por lo menos simulable) a través del uso de herramientas matemáticas.

La serie que comienza hoy (cuyo número de posts me es difícil de preveer) intentará jugar con la idea de que existen muchos sistemas compuestos por partes con grados de conexión que desafían, en un primer vistazo, a la lógica.

Veremos que cosas tan disímiles como la sociedad humana, las redes de computadoras y las cadenas de reacciones moleculares a nivel de nuestro organismo son parte de una familia de sistemas con características de conectividad bastante similares, y que responden a modelos matemáticos comparables basados en leyes casi idénticas y muy sencillas.

Trataré de demostrar, como objetivo, que son estas leyes las que lo conectan a Ud., lector, con cualquier persona de la Tierra a través de una cadena de (en promedio) seis intermediarios: los famosos "seis grados de separación".

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